lunes, 17 de agosto de 2015

Supiste la ultima de...

Es lamentable que una de las características de la iglesia no sea el que nos amamos cómo Jesús dijo que tenía que ser, sino que es el pelambre, también llamado murmuración. Los hermanos y hermanas se descueran unos a otros hablando del pecado que han cometido, de que como es posible que pase eso y de que debería “bajarse solito si tuviera un poco de temor de Dios”.


Hay 2 cosas que se deben analizar con respecto a este tema:
  1. La palabra nos enseña a confesar nuestros pecados.
  2.  La palabra nos enseña que no debemos murmurar.
  3. En realidad son muchos puntos más que se pueden analizar pero solo tomaré 2.


La primera:
En la palabra dice que nosotros debemos confesar nuestros pecados, algunos consideran que con decirle a Dios en una oración es suficiente, y tal vez es así, sin embargo hablar con alguien que tenga autoridad sobre nosotros (líderes o pastores) sobre las cosas que hemos hecho o estamos haciendo mal es liberador y Dios nos bendice por medio de ello, además podemos tener un consejo sabio acerca de cómo dejar de hacerlo o como compensar nuestros errores para ayudar a quien hemos dañado. Por otro lado Dios sabe las cosas antes que se las digamos, tal vez el confesar no se refiere solamente a Él.

La segunda:
Tenemos ene ejemplos en la biblia donde nos habla de lo importante que es no andar pelando, desde el conocido “mirar la viga en nuestro propio ojo” hasta que pone el pelambre al mismo nivel de pecado como la ira, envidia, soberbia, etc.

Más allá de hablar de lo obvio que es este tema, me llama la atención lo fácil que la gente se pone a hablar de los demás, a descuerar a los hermanos, sin ninguna misericordia, amor, temor de Dios, sin pensar en que Cristo murió por él/ella, sin importarle que la imagen de Dios está ahí, sin temor a pensar que un día me puede pasar a mí, sin intención de restaurar, sino simplemente con el diabólico deseo (si dije diabólico) de reírse de una persona, burlarse de sus errores y disfrutar de aquel que por uno u otro motivo ha caído.

Entonces me pregunto dónde está el amor, el temor, la misericordia, el deseo de restaurar… me pregunto una vez más, está el amor de Dios en mí, está Cristo en mí, he recibido al Señor, o yendo más allá, ¿soy salvo? Porque si una persona tiene estas actitudes de manera reiterada, no ha conocido a Dios, y si no ha conocido a Dios aun no es salvo, debe arrepentirse de sus pecados y recibir a Cristo como Señor y salvador.

La Biblia nos habla que cada uno es tentado según sus propias concupiscencias, es decir cada uno peca con lo que le cuesta más, y porque a nosotros nos cueste menos eso significa que no nos cueste otra cosa.

En conclusión le pido a todos los que tienen lengua de serpiente que comiencen a controlarla, a refrenarla y a comenzar a amar al Señor, a nuestro hermano y a tener temor de que en mi hermano/a habita la imagen de Cristo, y si yo veo algo malo en él/ella debo ir y conversar teniendo precaución que yo también puedo ser tentado.


Y obviamente con discreción, porque cuando a mí me toque no quiero andar en la boca de la congregación.

0 comentarios:

Publicar un comentario